Dentro de la
historia hay cierta indiferencia con que en los pueblos de Hispanoamérica se ha
visto el estudio de la misma que nos es propia. Es por eso que multitud de
documentos curiosos han sido destruidos y otros existen arrinconados en los
archivos, entre una espesa capa de polvo, que sirven de alimento a los ratones
y a las polillas. Por fortuna empieza a
despertarse el gusto por conocer nuestro pasado político y social, y obreros de
buena voluntad, como la de los señores Ribeyro,
con la Galería de los Anales Universitarios; Paz Soldán,
con su “Historia del Perú independiente” y Odriozola, con su curiosa compilación de “Documentos”, se han entrado
con sobre de fe y de inteligencia en el rico venero, poco o nada explotado, de
los tiempos que fueron.
Cuenta Ricardo Palma, desde hace muchos años se
hablaba con variedad en los círculos literarios de su trabajo sobre historia traía
bajo la pluma del general Manuel de
Mendiburu, y los que no alcanzan a darse
cuenta de las dificultades que hay que vencer para ordenar hechos, compulsar
documentos y ratificar datos, dudaban ya de que el empeño fuese realidad.
Por fin, para el reposo de impacientes y
murmuradores, “el primer volumen ha
aparecido en la última semana “. Es, por decirlo así, la muestra de su obra, y
a la fe que su contenido justifica ampliamente el retardo. Muchos años de
consagración asidua y afanes sin cuento
se requieren para producir un
libro de tan palpitante interés como el “diccionario
histórico”.
Su segundo plan del autor, es presentar, biografías de
hombres notables , no solo de nuestra historia colonial, sino la de la guerra
de Independencia.
La historia de nuestras patria, desde los tiempos
de los incas, hasta que sonó la hora de la conquista, se halla en estado
embrionario . Siendo una especia de mito fabuloso. Pero si no es aventurado sostener
que sea imposible escribirla de una manera minuciosa , tal imposibilidad no existe tratándose de los
tres siglos en los que se viven ”rindiendo vasallaje a los monarcas españoles”.
Hay crónicas reales, cédulas, gacetas e infinitos documentos “ de los que se pueden
hacer brotar raudales de luz”. La tarea, es sobre todo, de inteligencia, para
saber encontrar la verdad en aquellos incidentes sobre los que se han escrito
diversos y variados escritores, en algunos casos contradictorios.
El libro de Manuel de Mendiburu no puede dar campo
para la crítica. Se conoce que el autor
ha tenido a mano muchos cronistas que sobre las cosas de América,
escribieron, y que con tino y habilidad, ha sabido salir del escollo de dar
entrada en el santuario de la Historia,
a muchas de las fantasías de las del Inca Garcilaso de la Vega, a las
exageraciones de Pedro Sancho el
conquistador, a las apasionantes noticias de Francisco de Jerez, a la
chispeante mordacidad del Palentino, y a las candorosas narraciones de Montesinos, que, más que para historiador
, había nacido para cuentos como el de “Las mil y unas noches”, siempre hemos creído
que la fábula y la ficción desnaturalizan la historia , rebajando en mucho el carácter
de severa majestad con que ella debe presentarse revestida.
Con bastante criterio, el ocuparse de la conquista y
de las guerras civiles que le siguieron en breve, prefiere Mendiburu a Antonio
de Herrera, cronista de claro ingenio y de juicio sólido, que tuvo a su
disposición todos los archivos reales, el apoyo del Consejo de Indias y que,
sobre algunos sucesos, recibió amplísimos informes
de los mismos, que en ellos fueron actores.
Las biografías de Atahualpa y de los Almagro, son
pintan con exuberancia de pormenores y de hechos, juiciosamente muy apreciados, las peripecias de la
conquista, las escenas de sangre que a ella se mezclaron y los horrores de las discordias entre
bandos, compuesta de gente allegada,
ganadora de riqueza y dominada por las más ruines pasiones.” Con
bastante cuidado el autor ha cuidado de
no aceptar otros sucesos que los suficientemente comprobados, desvaneciendo equivocaciones
de autores de nota sobre el lugar donde algunos de aquellos se realizarán”
Las biografías de Armendáriz, Amat y Abascal, son
las mejores paginas del libro. No es posible dar , hasta en ciertos ligeros
detalles, idea más completa de la administración de estos virreyes. La energía
del de Castelfuerte, la astucia del señor
e la Quinta del Rincón y la sagacidad del marques de la Concordia se desprenden del
cuadro con natural y admirable relieve. Es pluma de maestro la que ha escrito
estas magníficas biografías.
Referente al estilo, es claro, correcto y sin
pretensiones, cual conviene a la solemne misión de las Historia, y sostiene
Ricardo Palma que los tomos siguientes, ya que no aventajen en mérito, pues
ello no es posible, no desmayarán en el interés
que inspira la lectura del primer tomo.
Con su imprescindible y monumental obra, Mendiburu ha rendido a la
patria servicio de gran valía, “y si el polvo del olvido llega a cubrir el nombre
del soldado”, no sucederá lo mismo con
el nombre del historiador. Ricardo Palma, tributa al autor del Diccionario su más entusiasta
felicitación, “bien que ella no pesa en la balanza, ni da ni quita glorias, ni
encarna otro mérito que el de la espontanea sinceridad que la dicta”.
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