jueves, 4 de junio de 2015

EL DICCIONARIO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO DE MANUEL DE MENDIBURU

Dentro de la historia hay cierta indiferencia con que en los pueblos de Hispanoamérica se ha visto el estudio de la misma que nos es propia. Es por eso que multitud de documentos curiosos han sido destruidos y otros existen arrinconados en los archivos, entre una espesa capa de polvo, que sirven de alimento a los ratones y a las polillas. Por  fortuna empieza a despertarse el gusto por conocer nuestro pasado político y social, y obreros de buena voluntad, como  la de los señores Ribeyro, con la Galería de los Anales Universitarios; Paz Soldán, con su “Historia del Perú independiente” y Odriozola, con su curiosa  compilación de “Documentos”, se han entrado con sobre de fe y de inteligencia en el rico venero, poco o nada explotado, de los tiempos que fueron.
Cuenta Ricardo Palma, desde hace muchos años se hablaba con variedad en los círculos literarios de su trabajo sobre historia traía bajo la pluma del general  Manuel de Mendiburu, y los que no alcanzan  a darse cuenta de las dificultades que hay que vencer para ordenar hechos, compulsar documentos y ratificar datos, dudaban ya de que el empeño fuese realidad.
Por fin, para el reposo de impacientes y murmuradores, “el primer volumen  ha aparecido en la última semana “. Es, por decirlo así, la muestra de su obra, y a la fe que su contenido justifica ampliamente el retardo. Muchos años de consagración asidua y afanes sin cuento  se requieren  para producir un libro de tan palpitante  interés como el “diccionario histórico”.
Su segundo plan del autor, es presentar, biografías de hombres notables , no solo de nuestra historia colonial, sino la de la guerra de Independencia.
La historia de nuestras patria, desde los tiempos de los incas, hasta que sonó la hora de la conquista, se halla en estado embrionario . Siendo una especia de mito fabuloso. Pero si no es aventurado sostener que sea imposible escribirla de una manera minuciosa ,  tal imposibilidad no existe tratándose de los tres siglos en los que se viven ”rindiendo vasallaje a los monarcas españoles”. Hay crónicas reales, cédulas, gacetas e infinitos documentos “ de los que se pueden hacer brotar raudales de luz”. La tarea, es sobre todo, de inteligencia, para saber encontrar la verdad en aquellos incidentes sobre los que se han escrito diversos y variados escritores, en algunos casos contradictorios.
El libro de Manuel de Mendiburu no puede dar campo para la crítica. Se conoce que el autor  ha tenido a mano muchos cronistas que sobre las cosas de América, escribieron, y que con tino y habilidad, ha sabido salir del escollo de dar entrada en el santuario  de la Historia, a muchas de las fantasías de las del Inca Garcilaso de la Vega, a las exageraciones  de Pedro Sancho el conquistador, a las apasionantes noticias de Francisco de Jerez, a la chispeante mordacidad del Palentino, y a las candorosas narraciones  de Montesinos, que, más que para historiador , había nacido para cuentos como el de “Las mil y unas noches”, siempre hemos creído que la fábula y la ficción desnaturalizan la historia , rebajando en mucho el carácter de severa majestad con que ella debe presentarse revestida.
Con bastante criterio, el ocuparse de la conquista y de las guerras civiles que le siguieron en breve, prefiere Mendiburu a Antonio de Herrera, cronista de claro ingenio y de juicio sólido, que tuvo a su disposición todos los archivos reales, el apoyo del Consejo de Indias y que, sobre algunos sucesos, recibió amplísimos  informes  de los mismos, que en ellos fueron actores.
Las biografías de Atahualpa y de los Almagro, son pintan con exuberancia de pormenores y de hechos, juiciosamente  muy apreciados, las peripecias de la conquista, las escenas de sangre que a ella se mezclaron  y los horrores de las discordias entre bandos, compuesta de gente allegada,  ganadora de riqueza y dominada por las más ruines pasiones.” Con bastante cuidado el autor  ha cuidado de no aceptar otros sucesos que los suficientemente comprobados, desvaneciendo equivocaciones de autores de nota sobre el lugar donde algunos de aquellos se realizarán”
Las biografías de Armendáriz, Amat y Abascal, son las mejores paginas del libro. No es posible dar , hasta en ciertos ligeros detalles, idea más completa de la administración de estos virreyes. La energía del de Castelfuerte, la astucia del señor  e la Quinta del Rincón  y la sagacidad  del marques de la Concordia se desprenden del cuadro con natural y admirable relieve. Es pluma de maestro la que ha escrito estas magníficas biografías.
Referente al estilo, es claro, correcto y sin pretensiones, cual conviene a la solemne misión de las Historia, y sostiene Ricardo Palma que los tomos siguientes, ya que no aventajen en mérito, pues ello no es posible, no desmayarán en el interés  que inspira la lectura del primer tomo.  

Con su imprescindible  y monumental obra, Mendiburu ha rendido a la patria servicio de gran valía, “y si el polvo del olvido llega a cubrir el nombre del soldado”, no sucederá  lo mismo con el nombre del historiador. Ricardo Palma, tributa al autor  del Diccionario su más entusiasta felicitación, “bien que ella no pesa en la balanza, ni da ni quita glorias, ni encarna otro mérito que el de la espontanea sinceridad que la dicta”.   

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