viernes, 5 de junio de 2015

CLORINDA MATTO DE TURNER Y LAS TRADICIONES DEL CUZCO

Ricardo Palma escribe en una de sus Tradiciones Peruanas, sobre un libro que escribe su muy querida y excelente  discípula, Clorinda Matto de Turner, la llamo discípula, no porque transpiren vanidosos humos de maestro, “la amable escritora ha tomado a capricho, que mujer es, y por ende  autorizada a encapricharse, repetir que la lectura de mis primeros libros de las Tradiciones despertó en ella la tentación de consagrar su tiempo e ingenio a la ruda tarea de desempolvar rancios pergaminos y extraer de ellos el posible jugo para luego presentarlos en la galana forma de la leyenda nacional”. La historia es material inagotable  de inspiración y entre las páginas de raídos cartapacios, puede el espíritu investigador, auxiliado por la solidez  del criterio, tejer los hilos todos del drama interesante y conmovedor.
Sigue diciendo Palma: “debe mi firma, cuando aparece en la línea final  de un prólogo, inspirar no poca desconfianza al lector”.  Se dice en España, que la mejor recomendación que puede presentar un libro nuevo  es la de no traer prólogo de Don Manuel Cañete o de don Marcelino Menéndez y Pelayo, dos críticos de grandísima reputación, pero en los que la benevolencia supera en mucho su talento “y que han escrito por resmas  prólogos o cartas de presentación.
Amo esos caracteres que se complacen en alentar con el elogio, y detesto la crítica malévola  e intransigente que, desdeñando las bellezas, goza en rebuscar lunares y aquilatar defectos, rebajando siempre la talla del escritor novel sin que ello importe parangonarme con mis dos ilustres amigos  y compañeros de la Real Academia Española, al lado de los cuales no paso de ser un simple borroneador de papel, prefiero como ellos pecar de indulgente  a pecar de severo.
En esta ocasión no tengo que fatigar el cerebro ni entrar en transacciones con mi conciencia literaria, para brindar un entusiasta aplauso, que es de la justicia y no de obligado compromiso. Dejo a los envidiosos  de aldehuela  en su derecho para amargar con la ponzoña  de una crítica intemperante “toda la miel que de mi pluma destile.  Eso es digno de critico villano./ como es digno el cadáver del gusano”.
La tradición no es más que una de las formas que puede revestir la historia, pero sin los escollos de esta. Corresponde a la historia la narración de los sucesos secamente, sin recurrir a la fantasía y apreciarlos desde el punto de vista filosófico social con la imparcialidad del juicio y elevación de propósitos que tanto realza, a los historiadores modernos Macahulay, Thierre y Modesto de la Fuente.  La historia que desfigura, que omite o que aprecia solo los hechos que convienen; la historia que se ajusta, al espíritu de escuela o de bandería, no merece el nombre de tal. Menos estrechos y peligrosos  son los límites de la tradición. A, ella, sobre una pequeña base de verdad, la es licito edificar un castillo. El tradicionalista tiene que ser poeta y soñador. El historiador es un hombre de raciocinio y de las prosaicas realidades. La tradición es una fina tela que dio vida a las bellísimas mentiras de la novela histórica, cultivada por Walter Scott en Inglaterra, por Alejandro Dumas en Francia y por Fernández y González en España.   
En nuestras convicciones sobre americanismo en literatura, entra la de que precisamente es la tradición el género que mejor lo representa. América es el teatro de los sucesos; costumbres y tipos americanos son los exhibidos; y el que escriba Tradiciones, no solo está obligado a darles colorido local, sino que hasta en el lenguaje debe de sacrificar, siempre que oportuno lo considere, la pureza clásica del castellano idioma, Para poner en boca de sus personajes frases de riguroso provincialismo, y que ya perderá tiempo y trabajo, el que se eche a buscarlas en los diccionarios. “cuando se pinta  no debe huirse de la naturalidad, por mucho que a veces sea ella ramplona yb de mal gusto”. Estilo ligero, frase redondeada, sobriedad en las descripciones , rapidez en el relato, presentación de personajes y caracteres en un rasgo de pluma, dialogo sencillo a la par que animado, novela en miniatura, novela homeopática, por decirlo de alguna manera, “ lo que en mi concepto, ha de ser la Tradición, Así lo ha comprendido la inteligente la autora de este libro”. 
La señora  Matto de Turner  ha sabido explotar el rico filón de documentos que ha encontrado en los empolvados archivos  de la ciudad del Cuzco, tarea patriótica que hombres  han menospreciado acometer  y con cumplido éxito ha conseguido realizar Clorinda Matto. ¡Cuántas  noticias y fechas históricas , se han salvado para siempre del olvido, va a encontrar el lector en sus páginas ¡. La autora nos lleva al pasado y lo vivimos embellecido por no se qué mágico y misterioso hechizo, que adormece  en el ánimo los dolores del presente y cicatriza las heridas de nuestros recientes y inmerecidos infortunos, haciéndonos alentar  la esperanza de mejores  días  y la fe en que llegarán tiempos de reparación y desagravio para la hora de nuestra abatida nacionalidad.
La señora Matto de Turner, es una verdadera escritora minuciosa , nos lo prueba el que rarísima vez, deja de citar la crónica, el documento, la fuente, en fin de donde ha encontrado esos datos. Revela conocimientos solidos en los anales de la historia de la patria. Desde Garcilaso de la Vega, y Montesinos hasta Córdoba y Mendiburu todos los historiógrafos de nuestra Patria le son familiares.

Por su sencillez ingenua del lenguaje nos recuerdan a Cecilia Böhl (Fernán Caballero). En general, su estilo es humorístico, su locución castiza e intencionada y libre de todo resabio de afectación o amaneramiento, tal como cuadra a la índole de sus narraciones. Viveza de fantasía, aticismo de buen gusto, delicadeza en las imágenes, expresión natural, a la vez que correcta y conceptuosa, son las notas que más sobresalen, en el libro de las “tradiciones Cuzqueñas” de Matto de Turner.

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