El Nevado Pariacaca ubicado en los
andes centrales entre los departamentos de Lima y Junín, tiene dos picos (Norte
5730, Sur 5750), según la Cosmovisión andina el adoratorio de
Pariacaca era considerada como una de las más importantes deidades del
Tahuantinsuyo, por ello era motivo de peregrinación, y definían los extremos de
un vasto espacio sacralizado que era unido por el Camino Inca que recorre las
cuencas de los ríos Lurín, Mala, Cañete y Mantaro. En dicho espacio se
realizaron las hazañas de los dioses, héroes y pueblos de la costa y sierra de
Lima prehispánica que son narrados en el "Manuscrito de Huarochirí".
Un documento
singular Dioses y hombres de Huarochirí fue un manuscrito conformado por
testimonios recogidos en quechua, por el sacerdote cusqueño Francisco de Ávila
a fines del siglo XVI, en la provincia de Huarochirí, perteneciente a la
arquidiócesis de Lima. Editado parcialmente por Herman Trimborn (Leipzig, 1939)
y por Hipólito Galante (Madrid, 1942), con traducciones al alemán y al latín
(del que se hizo la primera traducción al español); su edición completa y
cuidada fue asegurada definitivamente por el Museo Nacional de Historia y el
Instituto de Estudios Peruanos de Lima, en 1966, con la primera traducción
directa del quechua al español a cargo de José María Arguedas, quien dio, por
lo demás, el título al manuscrito aún sin nombre.
Señalada por el propio Arguedas como "la obra quechua más importante de cuantas existen", Dioses y hombres de Huarochirí es un invalorable texto que ofrece un cuadro completo y coherente de la mitología, de los ritos y de la sociedad en una provincia del Perú antiguo.
Señalada por el propio Arguedas como "la obra quechua más importante de cuantas existen", Dioses y hombres de Huarochirí es un invalorable texto que ofrece un cuadro completo y coherente de la mitología, de los ritos y de la sociedad en una provincia del Perú antiguo.
El nevado
Pariaccaca fue y sigue siendo el apu tutelar de la sierra de Lima. El
territorio que lo rodea atesora evidencias de la adoración que despertó esta
divinidad entre los antiguos pobladores de la zona, que actualmente forma parte de la
Reserva Paisajística Nor Yauyos Cochas (RPNYC).Un vestigio importante es el
Camino Inca que une Jauja y Pachacámac.
Al
culminar el ascenso, uno se encuentra con apachetas (torres de piedras) que los
caminantes van dejando en el lugar desde tiempos prehispánicos como tributo a
los apus. Luego se ingresa a Mesapata, centro ceremonial y de sacrificio de
llamas. Es el mejor tramo del Camino Inca. Las piedras que los Yauyos y los
incas pisaron siguen allí.
Se desciende por
una bien conservada escalera de piedra conocida como Escalerayoc. Es una escalera de
construcción incaica de cerca de 2000 peldaños tiene 337 metros de altura.
Tras Cuchimachay sigue una caminata intensa hasta el pueblo de
Tanta, en Lima. En la ruta se podrá observar una formación rocosa conocida como
Culebrayok (parece tener la forma de una serpiente) y la hermosa laguna de
Mullococha.
En diversos tramos habrá
varias oportunidades para ver al Pariaccaca desde distintos ángulos.
La valiosa información proporcionada en la Carta Annua de 1609 y 1611, ha permitido identificar los lugares donde se desarrollaba el culto al apu Pariacaca en su adoratorio. La Carta Annua de 1609 menciona una cueva grande (Cuchimachay), un lugar de sacrificios, un lugar señalado y tres piedras o pedrezuelas. La Carta Annua de 1611 menciona una boca o boquerón situado al final de una escalera empedrada, donde se realizaban los sacrificios y ofrendas.
La valiosa información proporcionada en la Carta Annua de 1609 y 1611, ha permitido identificar los lugares donde se desarrollaba el culto al apu Pariacaca en su adoratorio. La Carta Annua de 1609 menciona una cueva grande (Cuchimachay), un lugar de sacrificios, un lugar señalado y tres piedras o pedrezuelas. La Carta Annua de 1611 menciona una boca o boquerón situado al final de una escalera empedrada, donde se realizaban los sacrificios y ofrendas.
Cruza por este imponente nevado el
camino ceremonial inca que empieza en el Santuario de Pachacamac-Lima con
dirección al adoratorio del Apu Pariaccacca y que era utilizado por los
habitantes de la sierra (Jauja-Junín) para bajar al santuario de Pachacamac.
Este camino terminaba en el Cusco, completando así la trinidad de los
adoratorios más importantes del imperio. Fue una vía importante del Qhapaqñan
(red vial Inca), el que también fue utilizado en la época colonial. Era también
una de las principales vías de comunicación entra la costa y la sierra del gran
territorio incaico del Tahuantisuyo.
En la mitología inca y pre inca, Pariacaca
fue el dios del agua y de las lluvias torrenciales. Nació de un pájaro y se
convirtió luego en Colash.
Existe una leyenda que habla sobre este
dios y su generosidad, que se detuvo y bajó del mundo de los dioses para ver
que le pasaba a un humilde hombre que lloraba sentado en la costa, y se atrevió
a preguntarle el porqué de su melancolía; y este le respondió que el dios Huallallo
había amenazado a su gente con quemar el pueblo si no le daban sacrificios
humanos; con esto, el dios peleó con Huallallo, el dios del fuego, por ser la
divinidad del pueblo, y en la batalla resultó vencedor Pariacaca porque pudo
apagar sus bolas de fuego con las lluvias, con lo que lo desterró y condenó a
comer carroña. Ante esta victoria, el dios se hizo muy adorado en el pueblo por
librarlos del dios Huallallo. El dios Huallallo fue sentenciado a comer perros,
por haber sido devorador de hombres y los huancas le ofrendaban estos animales
y ellos mismos se alimentaban de perros y es por esto mismo que a los huancas
les dicen comeperros. el dios pariacaca fue muy importante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario