viernes, 17 de junio de 2011

EN BUSCA DE NUESTRAS RAICES



Hace algún tiempo, un buen día de otoño, a las siete de la tarde, recibo una llamada de Gilberto, amigo y hermano, - porque aunque él mayor que yo, muchas veces me dio de comer y me enseño muchas cosas- y después cuando ya grande fue, y es,  el confidente y asesor de toda la  familia- la verdad, me sorprende la llamada, después de saludarnos, me pregunta si nos podemos ver, que viene de camino y que ya esta en Asturias, esa Asturias de la que él siempre oyó hablar en casa a mis padres. Aún no me lo creo, le vuelvo a preguntar si es una broma de mal gusto, me vuelve a repetir que esta aquí en Asturias, le pasa el auricular a Isabel - su mujer-  para que hable conmigo, ella me aclara el panorama, están en el Parador de Pajares, me dice que han dejado atrás las llanuras de Castilla y ahora se han encontrado con la montañas y con las brumas que cubría el verde paisaje – muy lindo -  que se extiende a nuestros pies. agrega.

Gilberto, es el empleado más antiguo y de confianza de mi padre, desde niño comenzó a trabajar con él, me cuenta mi mamá que a la salida del colegio iba todos los días a la puerta de la tienda, hasta que su tía –que era cocinera de primera y trabajaba en la casa del Dr. Corbetto – extrañada de que no llegaba, salía en su busca. Cierto día mi papá le dijo que cuando terminara de estudiar podría venir a trabajar, Gilberto le tomó la palabra y hasta hoy, sigue fiel al negocio, a las enseñanzas que le dejo y es uno más de la familia.

Papá había nacido en Orderias recoger una casa de ricos quien había nacido en las altas cumbres de Somiedo, el territorio de Somiedo es, dentro de las montañas cantábricas, una unidad geológica   siempre desde allí cubría a nuestros pies y los verdes garúa enseguida comenzarán a descender y llegar a Oviedo.

Asturias no es valle, no es feudo, no es la telúrica plutónica e infernal mina de carbón tan sólo. Es sobre todo: la cima, la roca, el Castillo de peñas vigilante y poderoso. Asturias es la montaña: Puesta por Dios allí como guía caudillal de nuestro Destino, para Salvar siempre a España por donde quiera de su territorio unos diez mil kilómetros cuadrados domina y reina la cimera, la quebrada, el escarpe, el accidente.

Las montañas nuestras “son tantas y tan diversas que verdaderamente enmarañan las nueve décimas de la superficie en términos que solo por el dibujo se puede dar idea cabal de ellas”

Cantan ¡”Oh ¡ felíz la ciudad que tiene una montaña alado, todos su hombres iran subiendio a ella y volverán trafsfigurados” do a la emoción de ,la montaña, a su trascendente misión y excelso mensaje. lCuando estabamos en el colegio, todos los años,  en el mes de julio antes de las vacaciones de Fiestras Patrias, los hermanos de La Salle, nos llevaban de excursión a una finca que tenían en Ñaña a 20 kilómetros de Lima, en la carretera central en dirección a la sierra. Allí iban los Hermanos los sábados y domingos para hacer ejercicios espirituales o descansar.

Ñaña, por aquel entonces, era un pueblo casi despoblado donde solo habían grandes residencias para pasar los fines de semana. Hoy ya el pueblo se ha industrailizado, con muchas fabricas que se encuentran en las inmediaciones del pueblo lo que hace que viva más gente de toda clase social principalmente gente que ha venido de sus pueblos.

Llegado el día de la excursión, nos levantabamos más temprano que nunca, todo era apuros y preparativos, nuestras madres ponian la comida en la maleta y nos daban los últimos consejos antes de irnos en el autobus al colegio, punto de reunión antes de salir para tan ansiado paseo.

A las ocho y media de la mañana  Del Valle, tocaba la campana para entrar en clase, el hermano Hilario pasaba la lista y nos daba las últimas indicaciones  para que nos portaramos bien y no tuviera que castigarnos al regreso. Nuestro afán era salir rapido del colegio y no perder ningun minuto. Dentro de nuestro interior todos  deseabamos que el autobus con todos los compañeros de clase llegará pronto a “Ñaña”.

Al son de la canción  !Acelera, Chofer, acelera¡ y otras coinciones acompañadas al son de las palmas, “Chapana” aceleraba  cuando el hermano encargado no se daba cuenta que el contador de la velocidad aumentaba. A el le interesaba también llegar porque así descansaba un poco más.

Ese día la consigna era el no perder ni un minuto para  jugar y correr por los cerros grises y rocosos  por la falta de lluvia, que los dioses han excluido del calendario de aguaceros. Otros compañeros se dedicaban a jugar un partido de futbol, ir hasta el río Rimac y ver el espectáculo de las aguas escurriéndose entre rocas color moco,  y los demas a ver las gallinas y animales que tenía el hermano Hipólito, que era quien llebaba toda la administración de esta casa. No faltaba aquel  “chancon” que llebaba su libro para seguir estudiando y no perder tiempo.

Cuando el autobus dejaba los suburbios de Lima y y la cuidad iba quedando atrás, tomaba la dirección de la  antigua carretera Central, después de pasar los cerros de San Cosme y el Agustino primeros núcleos de población que ya venian desde sus pueblos de la sierra a la capital en  que el  hombre busca mejores condiciones de vida. Siempre los hombres han migrado, desplazándose de un sitio a otro. Es equivocado considerar la migración  como una amenaza  porque nunca se podrá impedir el éxodo del campo a la ciudad.y lo que hay que buscar es que el desarrollo rural marche paralelo al desarrollo urbano.

Ya en la Universidad el catedrático de Sociología nos decia, que el  gran poeta peruano  Manuel González Prada, profetizó desde su libro “Páginas Libres” que “un día, los indígenas bajarían desde las cumbres andinas para ocupar las ciudades de la costa... ”, palabras que han sido y se han hecho realidad en el Pérú.

Las barriadas en Lima se han desarrollado y crecido como ciudades “palacio” porque no han correspondido a lo que la realidad les brinda en el campo. El desorden y el caos urbano son consecuencia de esta falta de coherencia en el desarrollo nacional.

El despoblado se prolongaba  hasta antes de llegar a nuestro destino, en que nos encontrabamos con la barriada de  “El nuevo Ñaña”. Allí vivia José Sotelo, hombre bajo de estatura, pelo entrecano, con un bigotito al estilo Chaplin. era muy  muy parlanchin y enseguida se hacia querer por las personas que lo conocian.  Sus padres le habian dado estudios que  él no supo descuidar, y quiso siempre saber un poco más de los que le enseñaban, es por eso que siempre andaba con un libro o con algún periódico del día bajo el brazo. El, siempre era el conductor de los temas que se trataban, es por eso que lo escuchaban con mucha atención en cualquier parte. Algunas personas buscaban a don José para  plantearle algún problema. Este los resolvia como buen amigo y terminaba dandoles algun consejo.

Supo roderarse de gente buena y comenzo a ayudar al Hermano Hipolito en la finca de Ñaña, hasta que llegó a ser insustituible por la labor de desempeñaba. Algunas veces se requeria de sus servicios en otras fincas  para el cuidado de algún jardín o para el cultivo de  la tierra.

Su casa echa de esteras, consistia de una habitación donde tenia una cama y una mesa de noche, y por ropero tenía  un cajón grande con un plastico y cuatro clavos. Alli colgaba sus pocas pertenencias y sus  pantalones y sacos que había podido comprar con lo poco que ganaba. También había una mesa que le servía de escritorio y a la vez de comedor.

Aunque Sotelo estaba casado y tenia hijos, que vivian en otros sitio. Sotelo estaba siempre solo,  tenía como unica compañía a sus dos perros y dos gatos. Su medio de sustento era  vender gallinas, huevos, cerdos, y carneros, y  alguna que  otra cosa.

Todo este despoblado  que había entre Lima y Ñaña, hasta llegar a Chosica ya  esta
unido con la gran capital, Lima, con un ambiente provinciano y su olor caracteristicode oxido podrido. En los últimos cuarenta años, la migracion  andina, ha  hecho que la población urbana se quintuplique y que necesariamente toda la ciudad se reorganice.

Cuando  tenia su día de descanso  Sotelo tomaba su autobus que venia lleno de gente, bultos  y también algún que otro animal y  se iba a Lima, allí compraba sus cosas en  la  Parada, y despues de cuando terminaba  de hacer sus compras buscaba a sus amigos en el Bar Palermo para tomandose un chilcano de guinda, así era más ameno intercambiar ideas y conceptos sobre la vida y de la política, Caras masculinas, ojos opacos y derrotados sobre las mesas del bar, manos que se alargan hacia ceniceros y vasos de cerveza.

“Las limeñas tenían alma de tradición”, vals que toca el conjunto de turno que ameniza el almuerzo en la  picanteria de  Victoria, donde suele ir siempre que va a Lima Sotelo y sus amigos,  y allí piden cuyes ardientes y cerveza helada para saciar el hambre y la sed.

Volvía a casa de noche a la hora en que la autopista comenzaba a quedarse vacia. En algunos tramos, la luna aparecía entre las nubes e iluminaba con crudeza los cerros sin vegetación, cuando por la ventanilla del omnibus creia ver en medio de aquel paisaje desertico la sombra de un perro perdido o de una casa en ruinas. La soledad que le rodeaba, kilometro a kilometro se volvía entonces más solemne e incómoda y le empujaba a salir de su ensimismamiento.Pensaba también en sus amigos de Ñaña “a ese hombre que viene a nosotros con el corazón abierto a saturarse de la sugestión de la sierra, henchir su alma a su contacto, siendo lo de menos el color de su piel y el ritmo de su pulso...”

Sotelo se integro en un Grupo ideologico, que lideraba el “Chino Gonzalez”, con el afan de llegar a dirigir los destinos de la Patria algún día. Don José era una persona realista, porque trabajaba con diversos grupos de acuerdo a sus posiciones. Sabía que nunca el esfuerzo individual ni el afán de lucimiento sirve en una tarea donde quienes califican no son únicamente los compañeros, sino los propios beneficiarios.

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