miércoles, 1 de junio de 2011

LOS PREMIOS PRINCIPE DE ASTURIAS VISTOS DESDE EL MUNDO

LOS PREMIOS PRINCIPE DE ASTURIAS VISTOS DESDE EL MUNDO

José Luis García Álvarez. Presidente de la Asociación de Residentes Peruanos en Asturias

Como muchos saben soy peruano y desde hace 30 años trabajo en la Fundación Príncipe de Asturias, un  faro histórico  y universal de la cultura, que en un principio fue dirigido hacia los países hispanoamericanos. Desde 1996 estos  galardones ya se han universalizado y nuestra Fundación se ha crecido bastante.

Cuando se habla de la Fundación Príncipe de Asturias en Hispanoamérica, de inmediato sale a relucir la figura de S.A.R. el Principe de Asturias. Puedo contar que en alguno de mis viajes a mi patria -Perú- alguien del pueblo me ha preguntado donde vivía en España. Al contestarle que en Asturias, inmediatamente mi interlocutor me decía que allí era donde el Príncipe entregaba los Premios Príncipe de Asturias. De más esta recordar que en sus primeras deliberaciones de los jurados, los premios fueron muchos de ellos para personalidades de las letras y la política de nuestros países de Hispanoamérica. Podemos  Recordar las palabras del escritor mexicano Octavio Paz que dijo que los premios “dibujan una suerte del mapa moral de la humanidad”.

 La Fundación Príncipe de Asturias es una entidad cultural creada en septiembre de 1981. Desde su creación la Fundación siempre aspiró a que los Premios fueran los galardones culturales más importantes del mundo. En este sentido, su labor ha sido reconocida por instituciones tan importantes como la UNESCO, y el Parlamento Europeo.

La Fundación premia los valores universales, la búsqueda del progreso, la concordia, la libertad, especialmente en los seres humanos más desfavorecidos por las guerras y que viven en pobreza extrema.

Asturias ha tenido siempre, a lo largo de su historia, una profunda relación con los países hermanos del otro lado del Atlántico. Nuestra tradición asturiana de emigrantes nos ha  proporcionado relaciones intensas y duraderas con los pueblo de Iberoamérica.

En mi despacho recibo casi todos los días llamadas de personalidades de países hispanoamericanos que tienen el interés de presentarse a los premios en alguna de sus ocho distintas modalidades. Esto quiere decir que nuestra Fundación ya es conocida desde sus inicios como un barco que mira a los países hermanos, y con frecuencia se ha pensado que Asturias es tierra de mensajes y nuestra Fundación, irradia ese mensaje a la gente que nos mira y nos sigue en silencio cuando S.A.R. el Príncipe de Asturias, se dirige en el Teatro Campoamor a los galardonados, quienes forman como ya se ha dicho “el cuadro de Honor de la Humanidad”.

El Príncipe en sus mensajes pone de manifiesto en esa solemne ceremonia  esa Asturias de la fortaleza y del empuje en la unidad de España; su generosa presencia en el mundo nuevo de América; la Asturias de la extensión cultural de su universidad de principios de siglo, enlazando al pueblo con los intelectuales. Todo ello sigue siendo posible, con estos premios que ya son universales y conocidos en los cinco continentes.

El sociólogo Anthony Giddens, premio de Ciencias Sociales 2002, dijo en su día que “la ceremonia de la Entrega de los Premios es el acto cultural más importante del mundo”. Esto es verdad, y vuelvo a traer a colación a la gente de a pie de mi país, que ese día espera ansiosa la retrasmisión del solemnísimo acto de Entrega, para desde allí seguirlo con profunda y gran emoción.

Algunas veces llegan a mi Oviedín del alma amigos de otras partes del mundo que enseguida al verme me preguntan sobre los lugares donde se desarrollan los actos de la  Entrega. Hay amigos que han querido ir a visitar in situ el Teatro Campoamor. Esto quiere decir que nuestra Fundación, nuestros Premios y nuestra Asturias han calado hondo en la humanidad. Algunos piensan como yo que nuestros Premios ya son los primeros y los más universales del mundo.

Como hijo de emigrantes asturianos, el reencuentro con la tierra de mis padres, en un ámbito tan regional en su carácter, pero tan español y universal en su espíritu como el de la Fundación, no podía haber sido más intenso y feliz.


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