martes, 14 de junio de 2011

PERDIDO POR SOGRANDIO



Un día de verano, muy temprano, voy cargado de mi mochila camino a Sograndio de Oviedo, una fina y persistente lluvia me  acompañará en  casi todo mi recorrido.  En la ruta me encuentro  con un verdadero vericueto de caminos. Paso por delante de la capilla de la Virgen del Carmen y me pierdo por la caleya que se va haciendo cada vez mas estrecha. Me encuentro con algunos pobladores, que van a sus faenas del campo, quienes me saludan muy extrañados por la horas tan tempranas de andar por esos lares.  El barrio de Sograndio de abajo agrupa los núcleos situados a la izquierda de la antigua carretera general: La Ventina, La Venta, La Carbayeda, La Pedrera, La Medina, El Mayorazgo y Solmonte. Se emplaza el lugar entre los 240 y 200 metros de altitud, en la vertiente noroccidental del pico La Medina (334 m.). El caserío de Sograndio de Abajo alterna las casas tradicionales –donde destacan tres paneras y cuatro hórreos- con chalets de nueva construcción. Por allí pasa el arroyo, “El Sograndio” – así denominado por Fermín Canella- en cuyo nacimiento (Pozo de La Caleya) se hallaron testimonios arqueológicos del paleolítico.

En mi paseo matutino, - que realizo sin prisas y con cierta pausa-        paso por encima de la Quinta del Cura, donde me cuentan que antiguamente vivía el cura del pueblo, que tenia mucho ganado, y caballerizas, las que utilizaba para ir a decir sus misas a las aldeas vecinas. Se me viene a la memoria otra anécdota muy similar que me contaron en Somiedo: En el camino desde la Riera al pueblo de Orderías – pueblo de mi padre- hay una gran finca que le dicen la Casa del Cura, que por igual coincidencia vivía un cura que se desplazaba a caballo para asistir a los fieles,  por todas las aldeas de Somiedo. En siglos pasados era muy frecuente que el cura utilizase esos medios para desplazarse por no existir caminos ni carreteras.

Sigo el rastro de la caleya y de  pronto me encuentro con un bosque de robles y castaños, -con su bóveda de ramas y hojas, las que están vestidas de ocre y oro en perfecta armonía con el verdor de los prados-. A pocos segundos descubro el alto del Cantón, -parte llana- desde allí admiro un bello e inimaginable paisaje, - en el ambiente huele a musgo, a helechos mojados y a hongos milenarios-. Es el lento devenir del tiempo que va configurando día a día el territorio donde habitan amables gentes.
A lo lejos descubro el pueblo de las Caldas, y los meandros del Nalón.  En la parte baja del pueblo diviso entre matorrales -y de difícil acceso- la cueva de la Lluera, uno de los enclaves de arte parietal más interesantes de la cornisa cantábrica. Las fechas dadas por los expertos para la ocupación humana de la cueva se mueven entre los 21.000 y los 16.000 años. Los grabados de animales que se extienden en el interior y exterior de sus paredes dan lugar a una de las composiciones más cuidadas y coherentes de todo el Cantábrico. La Lluera es una pequeña caverna con dos cortas galerías que se unen en su interior y comparten una misma boca orientada al sur-sureste. Las figuras aparecen ya en la entrada de la gruta y penetran unos cinco metros al interior. En las paredes se pueden observar representaciones de caballos, ciervas y cabras, una multitud de grabados superpuestos con trazos entrecruzados que en ocasiones apenas permite descifrar  las figuras. En el interior de la galería se ubica una  zona  conocida como la gran hornacina, reuniendo un repertorio de figuras más elaboradas entre las que se aprecian seis uros mirando al exterior, un caballo y varias ciervas. El estilo que presentan responden a líneas simples. Son imágenes definidas por su contorno con apenas detalles interiores y perfiles incompletos en algunos ejemplares en los que se salvan  las piezas que identifican mejor al animal: la cabeza o la línea cervical-dorsal.

También muy cerca  diviso el caserío de Priorio, que puede significar “junto a la orilla”,  esta protegido al noroeste por el Pico la Medina (321metros), se sitúa en un promontorio sobre Las Caldas, a una actitud que oscila entre los 150 m. (Priorio de abajo o Caleya Baxa) y los 225 m. (Priorio de Arriba o Caleya Riba) con excelente orientación y excelentes vistas del Valle de Las Caldas  y vegas del Gafo y del Nalón. Posee un caserío con abundantes ejemplos de arquitectura tradicional y numerosos hórreos decorados, destacando un gran caserón rectangular de piedra, de hechura y sobriedad dieciochesca, mal conservado, así como una antigua rectoral, rehabilitada para el turismo como Casona Rural. También se encuentra en esa zona el Palacio de los Marqueses de Santa Cruz , señor de estas tierras y benefactor de las mismas, el que se encuentra encumbrado sobre el caserío de Piñera. 

La naturaleza de Asturias ha formado parte insuperable de su historia, ligada durante muchos siglos a un cierto aislamiento de su población  y convertida en la actualidad en el principal de sus atractivos y reclamos para el visitante. Sus peculiares fronteras, las escarpadas montañas y el turbulento mar, han permitido que este antiguo reino de espectacular belleza se mantenga inalterable en costumbres, cultura y leyenda. La auténtica fuerza de Asturias reside precisamente en su paisaje, su naturaleza, sus bosques, y su fauna. El bosque y el agua son amigos inseparables y Asturias es desde siempre tierra de bosques, que también su pueblan de seres maravillosos que reviven cada vez el fuego alarga las sombras y la conversación nos lleva a lo mágico que laten en las raíces de  la tierra.

Cada vez que paseo por Sograndio, descubro un pueblo distinto, más grande, con cierto halo de misterio. A cada tramo me imagino que me voy a encontrar con un trasgu, de aspecto pequeño, -con su vestimenta que llama la atención y un sombrero de color rojo, con cuernos y rabo, y en la mano izquierda un agujero-. A una xana con su cuerpo juncal, cabellos rubios y ojos verdes, vive en las fuentes y se suele aparecer a los caminantes reflejada en las aguas cuando estos acuden a apagar su sed. Son unas criaturas constructoras a las que se les atribuye la edificación de muchos dólmenes, que según la creencia popular no son más que los vestigios de los grandiosos palacios que erigieron, o al  cuélebre, animal fantástico con cuerpo de serpiente y alas de murciélago, su cuerpo esta cubierto de escamas y tiene una larga cola, por lo que se asemeja a un dragón o una serpiente alada. Suele vivir en los bosques y cuevas y en la orilla de los ríos. Su labor es guardar a las xanas y proteger los tesoros. Se alimenta de personas y ganado y cuando llega el fin de su vida terrenal se va a morir al mar, en cuyas profundidades custodia tesoros durante toda la eternidad.  

Llego hasta un lugar que sus pobladores llaman  el barrial, por ser zona de arcillas arenosas. Bajando a unos pocos metros me encuentro y me sorprendo con  unas construcciones que resultan ser un calero de siglos anteriores, -que se encuentra semioculto por la maleza-, donde seguramente los antiguos pobladores de Sograndio utilizaban ese horno, donde se calcinaba la piedra caliza, para utilizar en las construcciones de sus casas. También se usaba como fertilizante y desinfectante de las tierras.  En la parte baja descubro la Fuente de Porfiles, es entonces cuando me imagino a los pobladores del pueblo llegando a buscar agua para sus casas o para dar de beber al ganado, o a las lavanderas quienes desempeñaban  exclusivamente  ese oficio. Bien pudiera parecer ésta, una actividad lúdica y festiva, viendo a las lavanderas reunidas en alegre tertulia en torno a la fuente, Las sufridas lavanderas tenían que recorrer un largo trecho con el balde de la ropa en la cabeza, restregar y aclarar la colada en una posición propia de devotos penitentes y, al final, deshacer el camino andado con más kilos que en la ida por el añadido en agua que soportaban las prendas lavadas.

Un poco más hacia la derecha, descubro sobre un alto la ermita de Santa Tecla que domina el río Nalón, interesante santuario, donde sobresalen una gran espadaña de dos arcos, los pináculos, un suelo de losas de piedra en el testero, la cubierta de madera y un arco interno de medio punto. Dentro, acoge una talla barroca de la patrona, a la que se festeja a fines del mes de agosto. Me cuentan que el recorrido de la procesión se hace por los prados adyacentes a la capilla.

Llego a la vera del río Nalón, y me encuentro con un gran poste de luz que en su alto lleva un gran transformador, siento algunos ruidos raros, y trato de trepar al poste, intentando de imitar a mi amigo el periodista de la Nueva España Chano García quien hace muchos años se perdió en el bosque de Muniellos, y tuvo que trepar un árbol para que los lobos que merodeaban por las cercanías no le hicieran nada.

Pues a mi, me paso casi lo mismo, con los ruidos que parecían de una gran manada de elefantes, trepo con gran rapidez, y a los pocos minutos veo un animal todo terreno de nuestra fauna. Desde lo alto observo muy asustado a un animal que solo he visto en fotos, es el Jabalí ¡ Es un jabalí¡ con sus cinco rayones. Lo observo con gran curiosidad y con el cuidando de no caerme. Este es de notable parecido con el cerdo doméstico, es un animal omnivoro por excelencia y uno de los que disponen de más variados habitats, ya que vive en cualquier lugar y en cualquier actitud, vive regularmente en los bosques, montañas, zonas costeras, valles e incluso, en las proximidades de los pueblos y las ciudades, por lo que puede ser considerado el todo terreno de nuestra fauna.

Procura vivir en lugares donde el agua este próxima, ya que suele beber en abundancia, y le gusta enormemente darse baños, sobre todo en el lodo que queda en los charcos del bosque, donde se reboza materialmente desde el rabo a las orejas, desembarazándose, de esta manera, de los insectos y parásitos que se refugian en su espeso y tupido pelaje.

El jabalí con sus cinco rayones, están un rato largo por las inmediaciones, donde me encuentro, tal vez  buscando comida, y al poco tiempo vuelven por donde han venido. Respiro aliviado y me apresuro a bajar del poste y salgo a la carrera detrás del rastro que han dejado el jabalí y su manada. A los pocos momentos les pierdo el rastro, porque se  han metido ya en lo tupido del bosque.

Por esa zona también existe, el lobo, los zorros, las ardillas y las águilas reales.  Sigo por un bosque espeso y tupido, formada por una bóveda de ramas y hojas. Descubro mucha vegetación  natural que esta formada por especies propias de zonas húmedas.

Los bosques ocupan una gran extensión de prados naturales. Sus árboles son las especies más antiguas de la vegetación. Sus raíces representan el mundo terrenal mientras que la copa representa el mundo celestial, a la vez que el tronco es el enlace entre ambos mundos. La importancia y la espiritualidad de estas especies queda demostrada  si tenemos en cuenta las diferentes religiones donde nos encontramos ejemplos de árboles sagrados, como el Aswatta de los budistas, el Haonna de Zoroastro, el Yggdrasil de los escandinavos o el Pherécydes de los celtas.
           
En mi camino me encuentro con castaños, robles, -símbolo de la realeza-, avellanos, abedul, nogal, el negrillo, pinos, álamos, sauces, chopos, olmos, saúcos y hallas, una especie que representa la fecundidad debido a su rápido crecimiento. En el invierno con la caída de las hojas., los hayedos adoptan  una claridad espectral, apropiada para celebrar rituales mágicos.

En esa zona existe, el acebo, el Arce y los cipreses, el tilo, la mimbrera, el eucalipto, cerezos, guindos, el manzano silvestre, el endino, el peral silvestre y la salguera. También en las sebes o escayos que constituyen matorrales caducifolios que demarcan fincas en el límite  con los caminos y caleyes. Si nos remontamos a las Ordenanzas municipales del siglo XIX “Las zarzas, matorrales y todo género de ramaje, que sirva de resguardo o de cerca de los campos y heredades lindantes con los caminos, deberán estar bien cortados y de modo que no salgan a los mismos...”. Podemos también encontrar helechos, Cádavas, sanjuanes y muchas otras. 

Contemplar la Naturaleza decía Jovellanos: "Los antiguos crearon y nosotros imitamos, porque los antiguos estudiaron en la Naturaleza y nosotros en ellos. Si queremos igualarlos ¿por qué no estudiaremos como ellos?. Sacudiendo de una vez las cadenas de la imitación, separaos del rebaño de los copiadores, y atreveos a subir a la contemplación de la Naturaleza... ¡Hombre!, si quieres ser venturoso contempla la Naturaleza y acércate a ella, en ella está la Fuente del escaso placer y felicidad que fueron dados a tu ser".

Jovellanos también dejo escrito al pasar entre Castañedo del Monte y Trubia, bajando por Linares del tramo principal de la calzada de La Mesa: "...Descanso a la orilla de un arroyo abundantísimo que baja de lo alto a entrar en el río por su izquierda. Es sitio delicioso a la margen de las sonoras aguas y a la sombra de un hermoso avellano. Todo es poético; a la imaginación ayudaba, pero pasó la edad de esta especie de ilusiones. Voy a dejarlo, aunque sienta arrancarme de tan agradable situación. ¡Oh Naturaleza!. Que desdichados son los que no pueden disfrutar en augustísimas escenas donde despliegas tan magníficamente tus bellezas y ostentas tu majestad...".

Por allí también viven ardillas, zorros, las comadrejas, el turón, topos y musarañas. Entre los pajaritos puedo ver revolotear a los gorriones, a los picatueros, pegas y cuervos, al Glayu, a los raitanes, el herrerillo, el carbonero, las lechuzas, el mochuelo, las coruxas y los coruxinos y el ferre ó gavilán.

De regreso, después de algunas horas de caminata, paso nuevamente por el alto del Canton, -calleja que corta dos calles importantes-, pierdo de vista el bosque y a lo lejos, entre la niebla, oigo la gaita y el tambor tocando el “Asturias Patria Querida”, compuesta por un hijo de emigrantes – cuando su padre volvió de Cuba al pueblo que lo vio nacer-, los prados están recién segados, otros los están segando ahora.

Al ratito me encuentro con un señor que esta cabruñando su guadaña – y aprovecha el tiempo para  cuidar sus vacas-, un poco más allá otro, esta trabajando con su segadora mecánica con tractor. Estos contrastes dan fe del cambio de usos en el campo. El hombre de la guadaña, -que se muestra sonriente y conversador- me pregunta de donde vengo, le cuento todo lo que ha visto por allí abajo, mi dejo seguramente me delata, es entonces cuando me pregunta de donde soy, le contesto que soy de lejos, del otro lado del atlántico, entonces me empieza a contar que el estuvo en Cuba, - en su “Cubita la bella”- ,-su perro me ronda y me ladra, contento por la compañía-, y regresó a su pueblo porque en La Habana, ya no tenía nada que hacer, de una sombreada mata saca una botella de sidra y me invita un culín, y luego, como por arte de magia, me brinda un pedazo de “boroña”, que ha cortado con una gran navaja, todo ello ha sido hecho en casa, lo tomo con cariño, y después de conversar un buen rato con mi amigo “cubano”, sigo mi caminata pensando en lo que me ha dicho,  –sobre lo que sufrió en la última colonia española al otro lado del charco- debajo de las ramas de un roble milenario que esta a la vera del camino.

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