Lima, la capital del Perú, la ciudad de los virreyes es única en América por su historia y tradición, por su heredada fé católica y profunda religiosidad. Es la honrosa y predestinada cuna de San Martín de Porres, Santa Rosa de Lima y de la sublime devoción al Señor de los Milagros, denominado también Cristo Moreno o Cristo o se de Pachacamilla.
Cuenta la historia que el Cristo Moreno fue pintado en el barrio de esclavos de Pachacamilla, se dice que esta misma zona antes había sido ocupada por los Incas quienes habían levantado un importante oráculo; posteriormente sobre este lugar fueron destinados negros esclavos venidos de África y Angola.
Por el año de 1650 un grupo de esclavos negros angoleños constituyen una cofradía en Pachacamilla, lugar altamente espiritual. Así es como en esclavo de esta casta cuyo nombre se desconoce, pinta en la pared de un galpón la imagen que causó gran impresión en el mundo católico.
El 13 de Noviembre del año 1650, ocurrió un terremoto que destruyó gran parte de Lima y Callao excepto el muro en el que estaba pintada la imagen, la misma que no sufrió el mas mínimo rasguño ni resquebrajamiento. El terror a los temblores hace que ésta población abandone su zona. Quince años después un vecino de la Parroquia de San Sebastián llamado Andrés de León se hizo cargo del muro, según relatos de la época, este hombre fue el primero en construir una ermita para la imagen, haciendo con ello que poco a poco en la población de Pachacamilla fuese naciendo la devoción a la imagen del Cristo Crucificado; conmovidos ante esta maravilla dejaban flores como ofrendas o se detenían a rezar unas plegarias.
El primer milagro de Cristo según se sabe fue concedido a Andrés de León, lo sana de un tumor maligno que los médicos lo daban por incurable. A partir de ese momento crecería más el culto, siendo los principales devotos los negros, mulatos y mestizos quienes concurrían alumbrándose con velas, entonando cánticos y perfumando el ambiente con sahumerios.
El Cristo de Pachacamilla empezó a llamar la atención, gente sin fé pero llevada por la curiosidad acudía al muro, originándose trifulcas y conflictos; esto motivó a que las autoridades civiles y eclesiásticas prohibieran las reuniones y demás expresiones de fé, ordenándose borrar la imagen del Cristo.
En el año 1671 se intenta borrar la imagen sin mayor éxito, se cuenta que una comitiva formada por el fiscal del arzobispado, un notario y un indio pintor de brocha gorda mas dos soldados, haciendo uso de una escalera permiten que el pintor suba quien al hacerlo empieza a sentirse mal de salud sufriendo convulsiones lo que motivó que sea atendido de inmediato; ya repuesto intenta subir nuevamente pero se asustó, lo que hizo que huyera del lugar.
Uno de los soldados que ahí estaba subió a cumplir la orden, pero tampoco pudo: dijo que la imagen le creo una alucinación de belleza que le impidió realizar el cometido.
Ya la población empezó a manifestar su disgusto por las medidas tomadas; obligando al virrey a revocar la orden y permitir se rinda el culto a la imagen. Es así como en el año 1684 Sebastián Antuñano se encarga del cuidado de la capilla del Señor de los Milagros. Tres años después en 1687 hace una réplica de la Imagen y es sacada en procesión por primera vez despues de un gran terremoto que sacudió Lima.
Este hombre estuvo 33 años en el cargo siendo sus obras de gran importancia: funda el Monasterio de las Madres Nazarenas y Carmelitas Descalzas, dona terrenos, huertas y solares a Sor Antonia Lucía del Espíritu Santo, religiosa fundadora del Beaterio Nazareno, que en la actualidad existe, conocido como el Monasterio de las Madres Nazarenas Carmelitas Descalzas, Hogar de las guardianas del Señor de Los Milagros.
La imagen del Cristo Morado no sólo pasea por las calles del Perú, sinó en las de muchas ciudades del mundo. Esta imagen atrae cada vez mas creyentes, imagen que representa el sacrificio de Jesús en la Cruz y que por su sangre fuimos reconciliados por Dios. Pero aparte de todo se dice que no sólo cautiva a católicos sinó tambien a los no creyentes, por la fé y tradición del Señor de Pachacamilla.
El uso del hábito, nace ésta costumbre de la sierva Antonia Lucía del Espíritu Santo, que vestía siempre de morado, motivando a que los fieles poco a poco fueran vistiendo de esta manera.
En la Gastronomía de los turrones, se cuenta que una mujer morena llamada Josefa Marmanillo, mas conocida como "Doña Pepa", fue curada de parálisis y esa misma noche soñó con un dulce que posteriormente preparó y repartió entre los pobres de las nazarenas. Desde esa fecha hasta la actualidad se siguen preparando y vendiendo los llamados "Turrones de Doña Pepa".
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