En el Peru, subir a un taxi es un deporte extremo, un apostolado del riesgo, una dramática exhibición de masoquismo. Me cuenta un amigo, y compañero de colegio, que una vez tuvo que transformarse en una pésima c imitación de " Los indestructibles" para empujar al asaltante que le apuntaba con una pistola desde el asiento trasero de un tico amarillo. Me cuenta que espero salir de la via expresa para lanzarse a la pista con el vehículo en movimiento por la bajada de Almendariz, cual Bruce Willis en "Duro de matar". Cuenta, sobreviví y me sentí afortunado. Pero, yo mientras estoy en mi tierra, leo y escucho historias con distintos desenlaces. Inseguros, informales y no van a ningún lado. Tres razones para decir que los taxis en este país son los hijos no reconocidos de las demoniacas combis, esas maquinas mortales que antes de desaparecer nos han dejado la mas toxica de sus herencias.
Menos mal que, desde junio, este cuento de terror comenzara a cerrar su libro. Los laxistas en Lima tendrán que formalizarse ante el Ministerio de Transporte y Comunicaciones. Así quedaran los buenos, los que respetan, los que apagan la radio cuando hablas por teléfono, los que siempre van, los que no pasan la luz roja, los que invierten en un Senor Honguito para perfumar el ambiente con olor de fresa. Que les quiten la licencia a los otros, los que insultan, los que tocan el claxon como energúmenos orangutanes en cllo, los que nunca van a su destino, los que cuando recibes una llamada te ponen como fondo musical al programa de Carloncho o el de Edwin Sierra.
Hace unos días estaba por el Centro de Lima y tarde cerca de media hora en encontrar un taxi de buena voluntad e llevarme . Si tengo una estación del Metropolitano cerca, ya no hay duda sobre lo que tenia que haber hecho. Al final me convertí en el eterno caminante que hace camino al andar. Primer andamiento para tu educación vial: prohibido estar apurado en esta alocada ciudad porque el senor taxista casi nunca deseara llevarte. Antiguamente, viajar en taxi era un lujo especial, una inversión justificada, por el alivio de viajar. Hoy es un disparo al aire, un ejercicio de extrema tolerancia y na difícil prueba para el amor propio que termina danado después de una lluvia torrencial de "no voy".
Enhorabuena que regulen el transito de los taxistas en la capital. A veces, y solo a veces, menos es mas. Igual, antes que desaparezcan esos carros locos de la via publica necesito tener una revancha, un desquite justo y necesario. Quiere decirle por lo menos a cien de esos vehiculos: ?Vas? Que bueno porque yo no". He sido rechazados por taxis de todos os tamaños y colores. Y nadie merece sentirse asi. Todos tenemos nuestro corazoncito, hasta los reporteros de TV que son "choteados" por Twitter o por mensaje de celular a las tres de la manana.
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