martes, 28 de enero de 2014

NUESTRA MARINERA PERUANA

Para hoy todo habrá acabado. Habrá campeones y campeonas, pies hinchados, absolutamente destrozados, dolor de lóbulos por las pesadas dormilonas batiéndose a cada giro, orgullos henchidos y orgullos heridos y la resaca de haber visto bailar a más de dos mil personas llevándose en el corazón la belleza de una pareja haciendo el cortejo de la marinera.
La marinera norteña acaba de tener su ritual anual en Trujillo y para quien es ajeno a este baile o solo lo conoce por costumbre de verlo bailar en cada festividad patria no sabe el significado de lo que es cultura viva. La marinera (la norteña, la puneña, la limeña, la selvática, la serrana) es el baile nacional del Perú por excelencia, fruto de la fusión cultural de distintas tradiciones étnicas (lo afro, lo hispánico, lo indígena) pero también de lo culto y lo popular. Está enraizado en nuestra historia social, desde el nombre que hace alusión a nuestra Marina de Guerra, hasta haber sido retratado por las acuarelas de Pancho Fierro.
Es una cultura viva porque alimenta también otros ámbitos como la ropa  y accesorios. Toda una industria de cosido, bordado, tejido de sombreros, joyería pasan a formar parte de la estructura simbólica visual de la marinera y que al ojo no entrenada le puede parecer todo igual. De la misma manera la gente puede pensar que la música puede ser la misma siempre, sin saber que cada año hay nuevos temas y que, estilísticamente, la Concheperla es muy distinta de Así Baila Mi Trujillana. Y es que este baile, patrimonio cultural de la nación, es cultura viva en el sentido de que no es estática y alimenta otras áreas de alrededor de este. La marinera es, y debe seguir siendo, el centro de nuestra peruanidad pues es un elemento unificador, aglutinante, en todos los niveles. Lo único que me falta es aprender a bailarla.

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