Ancon, paisaje sereno con aroma de madera vieja. Con un gran malecon de Playa hermosa, animado por reptiles de estilo Nazca, donde los chicos anan con triciclos y ancoreta, cochecitos y patines, por slli las chicas empiezan a practicar con sus tacones y otras andan descalzas por sus veredas.
Ancon se abre pasoentre el mar de gente que los domingos llegaba a la bahia, para meterse en ese otro mar, a veces infectado de colosales malaguas que la gente sortea con gracia. Los chicos aprendieron a nadar alli, mas que a nadar, a sobrevivir lanzandose desde el muelle del Yacht Club, al son del grito de "naden carajo", del instructor un morenazo que fue en su dia salvavidas.
En Ancon el mar se puede poner fluorescente y lanzar chispas en las noches de luna llena, del inmenso olor del guano al acercarnos a las islas, de alta mar y sus tumbos como montanas andinas. Los ninos supieron del miedo cuando se metian en una casa embrujada al lado del casino, de la melcocha de Agustin, del "musciame" del delfin que por esos anos los pescadores genoveses preparaban, el sebiche de pejerrey que se podia comer en el muelle. Tambien muchos dias se podi ver y oir al negro pregonando la Revolucion Caliente, la gente corria y le compraba y a mirarlo, pues era una figura de un duende debajo de un farolillo iluminado y, cuando la carretilla de la negra tamalera pasaba por enfrente los domingos en la manana, se sabia que era hora de ir a la playa.
En ese entonces el amor era perfecto: duraba lo que el verano.
Ancon nunca fue, como dicen algunos, un espacio de segregacion. No solo la orilla, tambien el malecon ha sido y es de todos; cholos, pitucos, huachanos y huachafos, judios y ligures. Tambien del sol y la niebla, que pugnaban por un espacio entre los banistas. Pueblo y aristocracia se juntan cada fin de semana para seguir contand la historia del Peru, mucho antes que fuera pais, porque Ancon es mas viejo que el tiempo. Ancon es inmemorial como el primer americano en llegar a su bahia y dejar de trashumar para convertirse en anconero y hacer festin de conchas de abanico, como lo sospecho Darwin al ver los cerros de valvas, como lo confirmo en arqueologo Max Uhle, quien excavo hasta encontar el pasado remoto debajo de ese desierto inexorable: ajuares funerarios y restos de viviendasle revelaron una cultura milenaria paralela a la de Paijan y la de chilca, hijas del mar.
San Martin desenbarco allipara consolidar la Independencia, fue anconero y desde su orilla partio para siempre. En el tren rumbo a Lima viajo Iglesias e izo la bandera peruana luego de anos de ocupacion chilena, porque en Ancon se firmo la paz, y empezo otra guerra, la de caudillos muchos de ellos enamorados de sus aguas quietas: como el mismo Iglesias, Caceres y Morales Bermudez, Mick Jagger, expulsado del Bolivar y del Crillon, llego a Ancon como un Tsunami en tunica blanca, y cuando Chabuca Granda aparecia en el malecon, baston en mano y detras de nos anteojos a gogo, era una diosa entre morlales.
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