Una de las manifestaciones mas curiosas de la civilizacion contemporanea es la escisioon entre la mediocridad arquitectonica expandida mayoritariamente en las ultimas decadas y el reconocimiento, que a traves de un turismocada vez mas intenso se viene dispensando con creciente entusiasmo a ciudades antiguas y tambien con frecuencia en sectores urbanos de factura reciente, en el que predomina un marco ambiental situado esencialmente en la bondad ostensible de sus arquitecturas.
Resulta paradojico que quienes actualmente habitan vecindarios de una pobre calidad arquitectonica o urbana se recreen disfrutando ciudades a las que se dirigen buscando deleitarse con la riqueza estetica de sus espacios publicos, sus edificios monumentales, o la supervivencia de vecindarios activos e integrados, sin poder percibir en esas latitudes las expresiones claves de una vida en comun que cifran en la amonia entre el marco visual con el que coexisten , y la complejidad del ntercambio de usos dentro de los qu este nmerso, factores primordiales de una armonia urbana que no son percibidos en sus propios entornos.
Esta contradiccion refleja claramente carencias preocupantes. De un lado una incapacidad para reconcer una cultura urbana mayormente mediocre o aun degradante, un cambio sustancial respecto a una costumbre que hasta hace poco tiempo fue un componente sustancial notable de la vida en comun, quella que forjo los entornos magnificos que aun hoy admiramos en las calles y plazas de aquellas ciudades a las que universalmente se atribuye el valor de ser paradigmaticas, lugares que se admiran irreflexibamente, sin poder percibir que aquella belleza que tanto nos seduce provieene al final y al cabo de una continuidad estilistica y una armnia urbana cuyo sentido estetico cargabaal medio ambiente con una complacencia que insensiblemente nutria al habitante, tanto emocional como intelectualmente. Esta satisfaccion proviene claramente del soporte vital de una madeja urbana que opera ambientamente como un regazo publico que expande al entorno mas conciso y domestico de la propia vivienda, procurandole asi un marco existencial servicial y gregario.
Apunta igualmente esta contradiccion a la aceptacion de la incompetencia intelectual y estetica de aquellos funcionarios que por lo general elaboran las pautas que definen las formas de nuestros vecindarios, sus perfiles urbanos o las caracteristicas de sus arquitecturas. Porque resulta incomprensible que unos profesionales que ciertamente tendrian que conocer el sustento urbanistico de aquellos entornos mayormente integrados por multifamiliares, casas de bajo costo o edificios publicos que universalmente nos son tan ejemplares , legislen o ejerzan la tarea crucial de aprobar proyectos o cntrolar la obra nueva, sin poder discernir de un modo competente respecto a los formatos en los que se sustenta la calidad de vida de aquellos lugares en los que los efectos visibles de esa tarea camun hecha con sensatez ha logrado producir, en el pasado cercano o en la actualidad, una armnia urbana o medioambiental que ni es habitual donde probablemente viven, ni constitue una preocupacion que guie habitualmente el desempeno publico de quienes deciden sobre la forma urbana.
Esta incongruencia se hace aun mas palpable en aquellas nstancias en las que las funciones de las autoridades que tendrian que velar por la calidad urbana de la arquitectura autorizan proyctos de usocolectivo -parques, plazas o calles, o edificios publicos- que suelen dispensarse dando cuenta cabal de una incapacidad para adjudicarlos segun sus patrones de calidad urbana que suelen admirar internacionalmente, pero ue no conciben como un ecurso basico para recomponer aquel acerbo urbano de mala calidad que sigue prodigandose en sus propios entornos. Se trata claramente de una esquizofrenia profesional y estetica que habria que afrontar con decision y esmero, si es ue en verdad se quiere que la ciudad ejerza el rol complementario que tiene actualmente en las comunidades donde da al ciudadano el soporte visual, emocional y util que tanto admiramos mayoritariamente fuera de nuestro entorno.
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