Lo que se busca al convertir algo en patrimonio cultural es justamente
conservarlo tal como es, lo que vuelve igualmente desacertada por definición,
cualquier adición.A mediados del año pasado el alcalde del Cuzco, Luis Flores García, decidió colocar
un añadido a uno de los conjuntos arquitectónicos más importantes y
representativos del patrimonio cultural peruano (y, de acuerdo con la UNESCO,
también del de la humanidad): la Plaza de Armas del Cuzco. De esta forma, la
dorada estatua de un inca de 2 metros y 20 centímetros fue encaramada en la
pileta del centro de la plaza y pasó a formar parte de la zona monumental.
Respondiendo a este acto, la Dirección Regional de Cultura del Cuzco (DRCC)
denunció al alcalde ante la fiscalía por delito contra el patrimonio cultural
en la modalidad de alteración de bienes culturales. Hace unos días, sin
embargo, la fiscalía decidió archivar la denuncia luego de que un perito del
Poder Judicial considerase que este agregado no suponía un daño al patrimonio
cultural.Con su decisión, la fiscalía ha demostrado estar tan perdida sobre el
sentido detrás del concepto de “patrimonio cultural” como el propio alcalde y
quienes lo apoyan. Así, todos ellos parecen pensar que lo que determina la
aceptabilidad de las innovaciones que se pueden introducir en un monumento
histórico dado es el contenido de las mismas (todos han apoyado el añadido en
base a que este representa a un inca), cuando en realidad lo que se busca al
convertir algo en patrimonio cultural es justamente conservarlo tal como es, lo
que vuelve igualmente desacertada, por definición, cualquier adición. Si el
alcalde hubiese puesto en la plaza a un virrey o un obispo en lugar de un
inca,el daño hubiese sido igual. Y lo mismo, dicho sea de paso, si el inca
colocado guardase más semejanzas con el inca histórico que las de este caso.
Dicho de otra forma: el patrimonio cultural (al menos el que lo es por
motivos históricos) funciona como una ventana al pasado. Su mérito está en
servir para trasladarnos a otras épocas, otras culturas y otras maneras de
pensar, sentir y vivir el mundo. Su valor, entonces, depende de su
intangibilidad: todo agregado que se le haga vuelve menos perfecta esta visión,
empañando la ventana.
¿Es posible agregar un tatuaje nuevo a la Señora de Cao sin dañarla? No.
¿Cambia en algo la respuesta si ese tatuaje nuevo es bonito o ha sido muy bien
pensado por su autor? Tampoco. Pues bien, en tanto que patrimonio histórico la
Plaza de Armas del Cuzco es exactamente lo mismo que la Señora de Cao
Por otro lado, y para seguir con la analogía, ¿dañaría menos un nuevo
tatuaje a la Señora de Cao si ya antes hubiera recibido otras adiciones? No.
Solo se estaría empañando más una ventana que ya fue manchada. Por el mismo
motivo, no ayuda en nada a la causa de la estatua del señor Flores que en el
lugar de esta antes hubiera existido una adición semejante, o que la misma
pileta central fuese en su momento un añadido exótico a la plaza.
La Plaza de Armas del Cuzco, por otra parte, es aun más importante que la
Señora de Cao. La ciudad del Cuzco es el principal atractivo turístico del
país, luego de Machu Picchu. Y esto no es poco decir, teniendo en cuenta que el
año pasado tuvimos tres millones de visitantes y que se calcula que para el
2014 el turismo será nuestro segundo generador de divisas, superado únicamente
por la minería.¿Qué vienen a ver los turistas al Cuzco? ¿Los productos de la
creatividad de sus autoridades actuales o la ciudad inca-colonial de nuestro
pasado? Atentados como los del señor Flórez no ocurren solo contra el
patrimonio cultural, sino también contra una de las fuentes de desarrollo más
importantes que tiene el Perú.
Vale la pena notar, por lo demás, que lo hecho por el alcalde cuzqueño no
constituye un caso aislado, ni mucho menos: nuestras autoridades atentan contra
el patrimonio sistemáticamente a lo largo y ancho del Perú. De hecho, solo en
la región del Cuzco existen a la fecha 370 denuncias de la DRCC por delitos
contra el patrimonio, en muchos casos cometidos por alcaldes.
En fin, si es verdad que, como decía Alejandro Dumas, los monumentos son
“pensamientos erigidos en piedra”, entonces los monumentos históricos son los
pensamientos de nuestros antepasados erigidos en piedra. ¿Sería mucho pedir a
nuestras autoridades que no les escriban encima?
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